03 febrero 2006

Si las palabras pudieran...


Para Erizo, por todo lo que le he dicho y lo que no(quizás más lo primero que lo segundo, y también viceversa), por todo lo compartido y lo roto en mil lágrimas nocturnas, por los sueños, las esperanzas, las tristezas, por todo lo vivido y por lo que nos queda aún por celebrar.

A UNA MUJER

No hay que llorar porque las plantas crecen en tu balcón, no hay
que estar triste si una vez más la rubia carrera de las nubes te reitera
lo inmóvil, ese permanecer en tanta fuga. Porque la nube estará ahí,
constante en su inconstancia cuando tú, cuando yo -pero por qué nombrar el polvo y la ceniza-.
Sí, nos equivocábamos creyendo que el paso por el día era lo efímero, el agua que resbala por las hojas hasta hundirse en la tierra.
Sólo dura la efímero, esa estúpida planta que ignora la tortuga, esa blanda tortuga que tantea en la eternidad con ojos huecos, y el sonido sin música, la palabra sin canto, la cópula sin grito de agonía, las torres del maíz, los ciegos montes.
Nosotros, maniatados a una conciencia que es el tiempo,no nos movemos del terror y la delicia, y sus verdugos delicadamente nos arrancan los párpados para dejarnos ver sin tregua cómo crecen las plantas del
balcón, cómo corren las nubes al futuro.
¿Qué quiere decir esto? Nada, una taza de té. No hay drama en el murmullo, y tú eres la silueta de papel que las tijeras van salvando de lo informe: oh vanidad de creer que se nace o se muere, cuando lo único real es el hueco que queda en el papel, el golem que nos sigue sollozando en sueños y en olvido.

QUIZÁ LA MÁS QUERIDA

Me diste la intemperie,
la leve sombra de tu mano
pasando por mi cara.
Me diste el frío, la distancia,
el amargo café de medianoche
entre mesas vacías.

ESTA TERNURA

Esta ternura y estas manos libres,
¿a quién darlas bajo el viento ? Tanto arroz
para la zorra, y en medio del llamado
la ansiedad de esa puerta abierta para nadie.
Hicimos pan tan blanco
para bocas ya muertas que aceptaban
solamente una luna de colmillo, el té
frío de la vela la alba.
Tocamos instrumentos para la ciega cólera
de sombras y sombreros olvidados. Nos quedamos
con los presentes ordenados en una mesa inútil,
y fue preciso beber la sidra caliente
en la vergüenza de la medianoche.
Entonces, ¿nadie quiere esto,
nadie?

Estas tres maravillas son de Julio Cortázar

1 comentario:

erizo dijo...

Sobra comentar la genialidad de Cortázar, sobra comentar la genialidad de Munch, pero creo que no sobra decir que alivia sentir que se tiene cerca a gente como tú, con quien se pueden compartir las pintas de tertulia y los cafés de lágrimas (cambiaré para mí las pintas por refrescos y los cafés por batidos de chocolate), no sobra dar las gracias por tenderme la mano y por enseñarme caminos diferentes.
Gracias, en fin, por todo: por el texto, por la imagen, por lo años...
Un beso y un abrazo (no vampírico).